La cereza popeada




WESLEY JOHNSON

 

Recuerdo la primera vez que escuché la frase "makes my cherry pop" tenía más o menos once años y como toda una pre-adolescente de la primera década del dos mil solía estudiar con MTV de fondo. La idea de la cereza popeada llegó a mis oídos gracias a Candyman, una canción de Christina Aguilera cuyo video musical evoca el más puro estilo de los años cuarenta durante el estallido de la segunda guerra mundial. Por supuesto, en ese momento no sabía lo que aquella expresión significaba y cuando, años más tarde, por fin lo entendí no hubo ningún cuestionamiento de mi parte. Pero ahora, casi como una revelación, deseo examinar lo que se esconde detrás del "pop de la cereza" atentamente. 


En inglés "cherry pop" es un modismo que se utiliza para hablar de la pérdida de la virginidad. Aclaro, de la pérdida de la virginidad femenina y dentro de las relaciones heterosexuales por supuesto. Esta es la definición del Urban Dictionary: "Cuando una chica virgen tiene sexo por primera vez con un chico, un trozo de piel dentro de su vagina se mueve una vez que el chico se lo ha 'metido', haciéndola sangrar. Cuando tu cereza se revienta solo sangras la primera vez". La virginidad, una condición que está medida por un pequeño tejido al rededor de la entrada de la vagina: el himen. Un himen que se tiene que romper, "hacer pop" y por lo tanto, como cuando te pinchas el dedo con un alfiler, sangrar. 


Es así como la primera relación sexual en el imaginario de muchas mujeres puede llegar a considerarse como una experiencia traumática: sangre, ¿dolor?, incomodidad. Además, sugiere que la mujer en si misma ha cambiado: ha dejado de ser... se ha convertido en... Negando nuestra capacidad de experimentar el placer y decidir que pasa con nuestros cuerpos. La canción, por ejemplo, nos muestra a una Christina maravillada por los encantos de aquel hombre de caramelo: "Él es una ventanilla única, me hizo perder la virginidad. Un dulce parlanchín, cubierto de azúcar". Y aunque es bastante sugerente frente a lo que él provoca en ella, no nos dice si al final fue algo placentero o si por el contrario al marino, en esa única noche, le fue difícil complacerla. 


Lo que muchos no saben es que el himen -o su ausencia- en realidad no determina nada. El himen se puede romper al hacer ejercicio: montar a caballo, practicar gimnasia; o incluso durante la auto exploración femenina, introduciendo los dedos o algún juguete sexual. Y así como no todas las vulvas son iguales, no todas las vaginas son iguales, por consiguiente la presencia del tejido también cambia. Hay mujeres que nacen sin himen y otras que presentan una condición llamada himen elástico, es decir que el himen no se rompe durante la primera relación sexual o durante las relaciones sexuales venideras, incluso puede llegar a romperse definitivamente en el momento del parto. 


Parece increíble la forma como la virginidad femenina -la presencia del himen- se ha visto ligada a la idea de pureza o más bien, de la ausencia de nuestro propio placer, es como si las mujeres no tuviéramos derecho a experimentar el goce de la sexualidad. Lo más doloroso es que, por esta concepción machista muchas mujeres son violentadas constantemente. Y es que hay quienes, lastimosamente, aún piensan que si durante la primera relación sexual no hay dolor o sangrado es porque algo está mal. El pasado sexual de nuestras parejas debe importarnos por una cuestión de responsabilidad mutua, no porque sea un factor determinante o un indicador de castidad o de divinidad en la mujer. 


La cereza popeada no es más que una concepción patriarcal que lo único que ha logrado es evitar que nosotras seamos conscientes de nuestro cuerpo y dueñas de nuestro placer. Es hora de que comprendamos que la virginidad no es un discurso médico o científico demostrable, es una construcción social, un dispositivo de control sobre los cuerpos, en especial los cuerpos femeninos. Así que, hombres de caramelo, lamento contradecir a Christina pero no, las cosas buenas no necesariamente les suceden a los hombres que saben esperar... 









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